martes, 13 de julio de 2010

EL CHICO CHICLE EN REVISITING STRADLIN.




Nunca hay suficientes historias sobre pozos. Y nunca éstas son lo suficientemente terroríficas. Hasta aquí todos de acuerdo. De los pozos, ¿qué sabemos? Pues por ejemplo que tienen agua (algunos petróleo, sí, pero centrémonos en los otros). Sabemos también que los pozos tienen un cubo, que normalmente es metálico, y que el cubo hace un ruido raro, cuando toca por fin el agua. Los pozos, de vez cuando, se comen a un niño. Eso también lo sabemos. Y el niño que cae en un pozo se pone a llorar enseguida, y se ahoga, o si no se muere de hambre. Y si no se ahoga, ni se muere de hambre, se tira allí dentro horas. Días incluso. Y todos se preocupan muchísimo. Y todos lo buscan por todas partes. Sin embargo, para cuando alguno se acuerda del pozo, el niño ha desarrollado ya una claustrofobia legendaria, que le ha de durar toda la vida, y que a menudo le hará despertar en mitad de la noche, preso de un intenso sudor frío y unas extrañas y violentas palpitaciones. Afortunadamente, esto despertará la empatía de la chica de turno, convirtiéndolo a sus ojos en un ser vulnerable, que la enternece y la predispone para la cópula. Al menos, así nos lo contó el cine. Los pozos, en cualquier caso, son un lugar extraño, que tratándose en definitiva de un agujero húmedo y oscuro, debieran de traernos a todos agradables asociaciones, y que sin embargo nos asustan y nos empujan a envenenar nuestro pensamiento con todo tipo de historias siniestras. Si observas tu reflejo en el agua de un pozo, lo más probable es que tu reflejo saque del agua el brazo y tire de ti hacia abajo. Así se las gastan los pozos. ¡Menudos hijos de puta! Si tienes un pozo, quizá se te ocurra sellarlo, pero cualquier que haya visto una película de terror, sabe que ese tipo de soluciones sencillas nunca sirven de mucho. Habría que hacer algo mucho más espectacular. Comprar dinamita y volar tu pozo puede resultar mucho mejor. Aunque eso sí, lo más eficaz y seguro, sería que prendieras fuego a toda tu parcela. Como bien decía la Santa Inquisición: Las llamas son purificadoras. En definitiva, amigas, si tenéis un pozo, mi consejo está claro: con ellos no te la juegues, alquila un helicóptero y rocía de napalm tu finca.


Este cuento es una creación de El chico chicle, con el cual he intercambiado el Blog por espacio de un artículo. El chico chicle ha tenido total libertad para publicar aquí lo que quisiera, al igual que la he tenido yo para publicar en su Blog. Si queréis ver este experimento al completo tendréis que entrar en su Blog http://elchicochicle.blogspot.com .

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